Mi historia

A menudo he pensado en mi vida como una sucesión de tumbos en la que iba tomando decisiones sin un criterio fijo, sin un rumbo estable, sin una estrella guía. Pero, echando la vista atrás, me doy cuenta de que quizá mi brújula fueran las palabras de otras personas que me hicieron soñar desde muy pequeña.

En mi adolescencia quedé fascinada por las historias de Ayla y Rob Cole, los protagonistas deEl clan del oso cavernario y El médico. Ella era curandera en la prehistoria y él, aprendiz de médico en el lejano Isfaján.

Continuar leyendo
⸻ Welcome

¡Cumpliendo un sueño!

Años más tarde estudiaba enfermería en la escuela de la Cruz Roja de Madrid. Una vez diplomada, aún sedienta de aventuras, me matriculé en la carrera de Historia, con mayúscula, para descubrir que, como ocurre con las muñecas rusas, está conformada por millones de historias que se desdoblan, se encadenan, se solapan y se precipitan unas sobre otras, llevando a la humanidad a finales sorprendentes, emocionantes, terroríficos, delirantes, hermosos e increíbles.

En clase de Edad Media pensaba en Los pilares de la tierra de Ken Follett, en la ejecución que abre la novela, y en El nombre de la rosa de Umberto Eco y sus monjes investigadores. “¿Encontraré aquí la inspiración para escribir algún día mi propio libro?”, me preguntaba. “¿Aprenderé a ambientar escenas con todo lo que me están enseñando?”. No sucedió, pero no importaba. Había muchos otros libros de los que disfrutar y con los que inspirarme, y con eso bastaba.

Cuando me tocó lanzarme al fascinante mundo laboral, tuve la fortuna de aterrizar en el negocio editorial. Empecé de asistente editorial, trabajando con autores y autoras nacionales, editoras, correctoras, agentes literarias, diseñadoras, etc. Luego recalé en el departamento de comunicación, en el que me codeé con libreros, comerciales, compañeros de marketing, periodistas, influencers, hasta acabar en el departamento de producción de audiolibros, dándole vida sonora a las historias escritas en papel. 

Creo que todo lo vivido profesionalmente durante estos años fue haciendo mella en mí sin que me diera cuenta. Seguía sin tener una historia que contar, pero sabía cómo había que escribirla y promocionarla, qué funcionaba y qué no, qué podía ayudarla y qué podía mandarla a los infiernos. Solo me quedaba escribir, pero no me creía capaz.

Los autores que te gustan te ayudan y acompañan, pero también imponen mucho. A veces pueden paralizarte. Pero, con un poco de suerte, tal vez cuentes con alguien que te diga: “Creo que escribes bien. Creo que podrías hacerlo. ¿Por qué no?”. Eso me pasó una tarde cualquiera, de un día cualquiera, y decidí creerlo e intentarlo. A veces solo hace falta eso.

El intentó empezó con un beso de película, un vagón del metro de la línea 10 de Madrid y un móvil. Trayecto a trayecto y palabra a palabra, creé El beso de Thor, que acabó inaugurando el sello Harper F de Harper Collins. Después vino Llámame Nia, publicado por Penguin Random House.

Aquel sueño que tenía desde hacía tanto tiempo y que parecía tan lejano, casi inalcanzable, se materializaba como por arte de magia, después de miles de tumbos, disgustos, batallas, anhelos, esfuerzos y derrotas. Tal vez mi brújula no esté tan defectuosa como pensaba, y tal vez, con vuestra ayuda, siga apuntando hacia el norte durante muchos muchos años más.

Gracias.


Editoriales